Ala de Avispa Editores

Te quiero platicar:

Guerreros Celestiales

Si no hay contrato, no hay trato.

Por Ylia Kazama

La saga de los Guerreros Celestiales* nació hace años. Cuando el autor gestaba apenas las palabras, Barlak tomaba sus manos para que escribiera sobre lo que los Guerreros Celestiales tienen que decir al mundo. Los habitantes de esta saga lo tomaron desde su niñez y tuvieron que pasar muchos años para ver la luz. Desde que nació, la palabra "shanti, shanti" lo sigue. Cuando tenía seis años no sabía qué significaba pero la repetía una y otra vez; la escuchó, quizás, en sueños, en el sueño que le sueña.

Es una mirada fantástica al mundo que habitamos, pero desde el lado de una dimensión que nos mira. Hablar de luz y oscuridad en el camino parece un tema agotado, pero no lo es. Esta es la oscuridad que impacta a los lectores. Los Guerreros Celestiales toman la palabra y no queremos que dejen de contarnos lo que tienen que decir. A ver si así aprendemos cómo es que podemos darle un giro para hacer que las cosas sucedan y se haga la diferencia que necesitamos y añoramos desde el tiempo de los tiempos.

¿De dónde salen los nombres y el mapa de esta historia? Del lugar mismo de la creación primaria. Le susurran al autor cómo son, quiénes son, qué hacen y dónde están o adónde deben llegar. El autor es sólo el medio para que las nubes se abran y la saga exista. El autor sólo es el cauce para que la libertad exista.

El reunirse y tener algo que contar es una acción de lo más antigua; a veces, parece una leyenda, otras, es una realidad como sucede en la saga de los Guerreros Celestiales y sus historias, historias que van naciendo para hilar la vida, así tal cual, sin más aspavientos: la vida, que es una mezcla de tropas ascendiendo, de vuelos, de caminos que se unen para tejer esas palabras que nos cuentan los habitantes de la saga.

El clan se reúne en todos los sentidos, sin armas o con ellas, para decir lo que habita en cada uno de los mutantes y tejer la intensidad del soplo de vida humana. Todos somos parte de esta saga, en algún lugar encontramos nuestro mapa genealógico, la forma en que expresamos el miedo, el valor y, sobre todo, la búsqueda incansable por encontrar lo que nos hará saber, lo que nos hará hermanos en unión, sin fronteras, con el corazón abierto y de frente, y las venas igualmente abiertas hacia el viento y el mundo que nos mira sorprendido, porque también quiere escuchar lo que los Guerreros Celestiales tienen que contarnos.

Aunque el autor no lo sabe, es una saga poética. Añade imágenes que se quedarán en nuestros ojos para ser parte de nuestra historia. Dentro de las manos tendremos el sonrojo del latido de una aventura conocida por la sangre que corre en nuestras venas, que rompe en los ojos para derramar un llanto vivificador y correr sobre esa agua para recuperar el equilibrio y encontrar, dentro de los habitantes de esas hojas, un mundo que deseamos, que anhelamos vivir y no éste, que se abre con toda crueldad a una realidad que no es la verdadera vida.

La verdadera está en los brazos de los Guerreros Celestiales y el autor nos lleva de un corazón a otro, de una fogata a la otra, para contarnos cómo es que perdimos la capacidad de ser hermanos y cómo es el sendero para encontrar el camino que nos lleve a escuchar estas historias y nos dé señales de vida de la Joya de Barlak, que por sí mismas son un libro y que juntas son como nosotros, la humanidad mutante que esperamos encontrar como un regalo sorpresivo, pero esperado de los Moradores del Camino. La paz va unida a la esperanza que está en el horizonte.

Sólo sé, luego de leer el primer volumen de la saga y la historias de los Moradores del Camino: Aquilae, Vennskap y Reptilicón, que me basta abrir los brazos para volar y encontrarme al sentir latir mis emociones y regresar a la palabra, que es primer regalo de la Creación. Hablar y contar es dar vida a la vida y proveer a las generaciones futuras de la única herramienta para conseguir la hermandad: contar con verdad la historia misteriosa de los Guerreros Celestiales que nos habitan y dejar que ellos crucen el camino para encontrar la Joya y reunir a los dos mundos en paz: Arzabat y Beleabat.

"¿En dónde estoy? ¿En qué lugar etéreo se encuentra la certeza de mi cumbre?".

Sólo escuchando esas palabras, que habitan en las historias dentro de la saga, encontraremos la respuesta. Una respuesta que nos dejará sin aliento, como todo lo que es importante para descubrir en la siguiente línea, pues debemos mantener la respiración para comprender cómo se gesta la luz, la pureza de la luz que nos convierte en cauce y cura de nuestra humanidad mutante o de los mutantes humanizados, tan lastimados por nosotros.

¿Cuántas veces, al estar heridos, nos encontramos en la isla de Tórnom? Sólo leyendo la saga podremos descubrirlo.

Estos Guerreros no solo tienen palabras, también tienen música creada por el autor. Los Guerreros Celestiales nos miran desde Arzabat y saben todo de nosotros. Sólo quiénes nos atrevemos a escucharlos, sabremos que hay un Proceso de Renovación y las imágenes no dejarán de asombrar los destellos del absoluto, como dice Luis Fernando Escalona, o mejor dicho, como le dicen a él que debe escribirlo.

Es una historia brillante con conocimientos profundos de la evolución que llevamos como especie y que tenemos en forma personal; me atrevería a decir que hasta espiritual; pero esto, al autor, quizá no le guste, pero él no sabe que sabe y es lo más interesante de la saga o, quizá, es que sólo cuenta lo que le contaron a él... Un río de lágrimas y, al mismo tiempo, una pérdida del miedo a todo, envuelto en el agradecimiento por saber que hay sonrisas a pesar del dolor que atravesamos al encontrarnos frente al espejo de la tormenta que nos lleva a la paz. ¿Habrá paz? Habrá que leer la segunda y la tercera parte. Creo que hasta Luis Fernando Escalona quedará sorprendido del cauce que tome cada protagonista, porque como la vida misma será una revelación.

El autor, como parte de la obra, nos trae palabras de otros libros que ha escrito, como:

"¡Que el sol brille en tu cosecha!". Eso se los dejo como mi saludo y despedida, y desde mi camino cercano a los protagonistas de esta saga, y luego de leer este libro y sus historias, digo cada momento "Wado, wado**", para despertar la congregación de la hermandad que anhelo y espero, igual que los Guerreros Celestiales, pero sin la valentía de buscar y dar incluso la vida por el bien de otros, de ustedes también, para abrir el camino hacia la luz de la paz que da la Joya, o que sueño dentro de la saga la dará… o no.

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*Guerreros Celestiales 1 – El León albino. Historias de los Moradores del Camino: Aquilae, Vennskap, Reptilicón.

**Gracias.